
La segunda 11/04/2008
Las más de 15 mil fundaciones y corporaciones que existen en Chile la han obligado a modernizar su gestión y procesos para captar más socios.Si bien implica un "sacrificio" en términos económicos, las instituciones más grandes tratan de entregar los mejores sueldos posibles. Aunque las gratificaciones espirituales sean mayores...
¡15 mil fundaciones! Ese es, por lo bajo, el número de organizaciones de beneficencia y solidaridad que existen en Chile. Cifra no menor si se piensa que todas compiten por lo mismo: la generosidad de la gente y las empresas.
Un "mercado" más que atomizado -dirían los expertos financieros-, en el que las fundaciones deben ingeniárselas para conseguir los recursos necesarios para mantener sus obras en pie. Por lo mismo, la presión que ha surgido para que estas instituciones se profesionalicen y transparenten sus números, se hace cada día mayor.
"Es un deber ético que las fundaciones sean eficientes y eficaces con los recursos que obtienen", sostiene la directora ejecutiva del Hogar de Cristo, Susana Tonda, una de las personas que sorprendió al mercado luego de dejar el mundo privado -fue vicepresidenta en Lan y gerente general de Casa&Ideas- para asumir en la institución fundada por San Alberto Hurtado.
El mismo camino han tomado otros. Por nombrar algunos: Juan Enrique Cruz, que de gerente de Marketing de Canal13 asumió hace dos semanas como gerente de Desarrollo de la Fundación María Ayuda; y María Eugenia Wagner, ex subsecretaria de Hacienda y actual encargada de presupuesto del Ministerio de Obras Públicas, y quien desde el próximo mes asumirá la gerencia de Desarrollo del Hogar de Cristo. Y la lista sigue.
Si bien reconocen que los sueldos son menores, algo tiene este trabajo que los cautiva. Siete ejecutivos que dejaron el mundo privado por las fundaciones explican las razones que los llevaron a dar este paso.
Mitos y verdades de las fundaciones
Los nuevos "gerentes de la solidaridad" sostienen, sin excepción, que trabajar en una fundación tiene muchas más gratificaciones que sacrificios. Si bien para un ingeniero comercial que trabaja en gestión su sueldo nunca será el de mercado (ver recuadro), la oportunidad de trabajar en algo donde el objetivo es "hacer de ésta una mejor sociedad, -sostiene uno-, es algo que tira mucho".
"El objetivo en una empresa es maximizar las utilidades. Aquí, en cambio, es ayudar a la gente más pobre", asegura Ximena Caulier, ingeniera comercial de la UC y actual gerente de Finanzas de la Fundación San José, dedicada a defender a los niños que están por nacer, ayudando a las madres con embarazos no deseados. "Uno emigra a estos trabajos por una necesidad del corazón", señala Alejandra Pizarro, quien dejó la gerencia general de la empresa francesa Lainiere de Picardie para asumir la dirección ejecutiva de la Comunidad de Organizaciones Solidarias.
El ex gerente de Marketing de Canal 13, Juan Enrique Cruz, desmiente a quienes señalan que lo agradable de llegar a una fundación es que la carga laboral es inferior: "No es cierto. Probablemente hay bastante más trabajo, porque hay que hacer mucho más con mucho menos".
Sí reconocen que el horario es más flexible. En ese sentido, es un trabajo que buscan muchas ejecutivas que, a su vez, son madres, ya que pueden disponer mejor de su tiempo, trabajar desde la casa y buscar alternativas para estar más tiempo con los hijos.
Susana Tonda agrega que "algo muy agradable de trabajar en fundaciones es que, a diferencia de muchas empresas privadas, no existe una competitividad insana entre las distintas áreas y las personas. Eso hace más agradable el ambiente de trabajo".
De voluntarias a ejecutivas
Pero en el mundo de las fundaciones de caridad o beneficencia no se puede generalizar.
La directora ejecutiva de la Comunidad de Organizaciones Solidarias, Alejandra Pizarro, sostiene que en el último estudio sobre el "Tercer sector", desarrollado por la U. Católica, en Chile existen unas 100.000 organizaciones sin fines de lucro -incluyendo hasta las juntas de vecinos-, de las cuales unas 17.000 son fundaciones o corporaciones.
En ese sentido, los entrevistados coinciden en que, al menos en las fundaciones más grandes, se están haciendo grandes esfuerzos para mejorar la calidad técnica de los profesionales a cargo así como de los procesos.
Juan Enrique Cruz, ingeniero comercial con estudios de post grado, asegura que esto es inevitable porque hay que ser cada día más creativos para recaudar fondos. Explica que en María Ayuda llevan varios años desarrollando un proceso de profesionalización que comenzó con la incorporación de una gerencia de Recursos Humanos. "Eso es esencial, que se busque a los mejores para trabajar en este lugar", sostiene.
El gerente general de "Un techo para Chile" -que en el pasado ocupó el mismo cargo en Parmalat-, Juan Pedro Pinochet, dice que es importante ir rompiendo algunos mitos: "Antes de trabajar en fundaciones uno podría pensar que quienes trabajan ahí son unas 'viejitas' o 'monjitas' que se dedican a pedir plata, golpeando puertas y que llevan la contabilidad a mano. No es así: la gente a cargo es absolutamente profesional".
Angélica Sepúlveda sabe de este tema. Es ingeniera comercial de la UC y desde hace un tiempo trabaja en la Fundación Simón de Cirene, que justamente se dedica al asesoramiento de microempresas y organizaciones sin fines de lucro, entregándoles herramientas para que mejoren la gestión en sus instituciones. "Claramente se ve una presión por mejorar la gestión, pero no es todo lo generalizado que se quisiera", sostiene.
Si hay algo en lo que coincide la mayoría es que en Chile hay muchas fundaciones y no todas consiguen entrar a este proceso de mejoras. "Tenemos mucho que seguir avanzando en esto", dice Alejandra Pizarro, y agrega que es cierto que se debe ser todo lo eficiente posible, "pero no a cualquier costo". "Hay que ser eficientes, pero sin pasar sobre la gente ni matar la mística. Si para ser eficientes hay que pagar malos sueldos, entonces no está bien", precisa.
"Las fundaciones ya no son empresas pequeñas y manejan un presupuesto no menor y, por lo tanto, no puede estar cualquiera a cargo", sostiene Cruz, quien ejemplifica con que la inversión social de María Ayuda el 2007 fue de $ 1.710 millones.
Uno de los factores que ha obligado a las fundaciones a mejorar sus estándares es la alta competencia. Y es que cada vez hay más instituciones de este tipo y, por lo tanto, es necesario mostrarse como una entidad donde se gastan bien los recursos para cautivar a que más personas "inviertan". "También ha ayudado el auge que ha tenido la Responsabilidad Social Empresarial. Las compañías están entregando más recursos a las fundaciones y ante ellas hay que mostrar buenos niveles de eficiencia", dice Pinochet.
Otro elemento clase es la confianza, sobre todo después de un reportaje que reveló el mal uso dado a los recursos por una corporación que supuestamente ayudaba a niños agredidos, y que afectó incluso a rostros de la TV.
El gerente de Recursos Humanos de la Fundación Las Rosas -ex gerente de D&S-, Italo Giannoni, subraya que, por lo mismo, es urgente y necesario transparentar el funcionamiento de estas instituciones: "En Las Rosas, invitamos a todos nuestros socios a que vengan, vean lo que hacemos, que lo que nos aportan no se malgasta".
Los desafíos: Aumentar la "torta"
Con la finalidad de mejorar la utilización de los recursos por parte de estas instituciones, en agosto del año pasado se fundó la Comunidad de Organizaciones Sociales, que agrupa a 77 fundaciones que se reúnen para discutir cómo ir maximizando los recursos que se obtienen.
"En este trabajo es necesario ser mucho más creativo a la hora de buscar recursos, no se puede quedar sólo en las formas tradicionales", cuenta Ximena Caulier.
Pinochet, en tanto, sostiene que el principal objetivo de las fundaciones tiene que ver con "aumentar la torta de quienes cooperan, y no pelearnos esa torta".
Para Alejandra Pizarro, es necesario aumentar el apoyo a través del levantamiento de recursos sustentables. "Queremos aumentar la cooperación entre las distintas fundaciones, para que si una está en una comuna, apoye la labor de otra que no está ahí. Y viceversa. Eso es ser eficiente", sostiene.
Juan Enrique Cruz tiene también más que claro su desafío. "Hay que mejorar la relación con las empresas, generando estrategias comunes donde las fundaciones ganen, pero donde también gane la empresa a través de un enriquecimiento de la marca", destaca.
Las más de 15 mil fundaciones y corporaciones que existen en Chile la han obligado a modernizar su gestión y procesos para captar más socios.Si bien implica un "sacrificio" en términos económicos, las instituciones más grandes tratan de entregar los mejores sueldos posibles. Aunque las gratificaciones espirituales sean mayores...
¡15 mil fundaciones! Ese es, por lo bajo, el número de organizaciones de beneficencia y solidaridad que existen en Chile. Cifra no menor si se piensa que todas compiten por lo mismo: la generosidad de la gente y las empresas.
Un "mercado" más que atomizado -dirían los expertos financieros-, en el que las fundaciones deben ingeniárselas para conseguir los recursos necesarios para mantener sus obras en pie. Por lo mismo, la presión que ha surgido para que estas instituciones se profesionalicen y transparenten sus números, se hace cada día mayor.
"Es un deber ético que las fundaciones sean eficientes y eficaces con los recursos que obtienen", sostiene la directora ejecutiva del Hogar de Cristo, Susana Tonda, una de las personas que sorprendió al mercado luego de dejar el mundo privado -fue vicepresidenta en Lan y gerente general de Casa&Ideas- para asumir en la institución fundada por San Alberto Hurtado.
El mismo camino han tomado otros. Por nombrar algunos: Juan Enrique Cruz, que de gerente de Marketing de Canal13 asumió hace dos semanas como gerente de Desarrollo de la Fundación María Ayuda; y María Eugenia Wagner, ex subsecretaria de Hacienda y actual encargada de presupuesto del Ministerio de Obras Públicas, y quien desde el próximo mes asumirá la gerencia de Desarrollo del Hogar de Cristo. Y la lista sigue.
Si bien reconocen que los sueldos son menores, algo tiene este trabajo que los cautiva. Siete ejecutivos que dejaron el mundo privado por las fundaciones explican las razones que los llevaron a dar este paso.
Mitos y verdades de las fundaciones
Los nuevos "gerentes de la solidaridad" sostienen, sin excepción, que trabajar en una fundación tiene muchas más gratificaciones que sacrificios. Si bien para un ingeniero comercial que trabaja en gestión su sueldo nunca será el de mercado (ver recuadro), la oportunidad de trabajar en algo donde el objetivo es "hacer de ésta una mejor sociedad, -sostiene uno-, es algo que tira mucho".
"El objetivo en una empresa es maximizar las utilidades. Aquí, en cambio, es ayudar a la gente más pobre", asegura Ximena Caulier, ingeniera comercial de la UC y actual gerente de Finanzas de la Fundación San José, dedicada a defender a los niños que están por nacer, ayudando a las madres con embarazos no deseados. "Uno emigra a estos trabajos por una necesidad del corazón", señala Alejandra Pizarro, quien dejó la gerencia general de la empresa francesa Lainiere de Picardie para asumir la dirección ejecutiva de la Comunidad de Organizaciones Solidarias.
El ex gerente de Marketing de Canal 13, Juan Enrique Cruz, desmiente a quienes señalan que lo agradable de llegar a una fundación es que la carga laboral es inferior: "No es cierto. Probablemente hay bastante más trabajo, porque hay que hacer mucho más con mucho menos".
Sí reconocen que el horario es más flexible. En ese sentido, es un trabajo que buscan muchas ejecutivas que, a su vez, son madres, ya que pueden disponer mejor de su tiempo, trabajar desde la casa y buscar alternativas para estar más tiempo con los hijos.
Susana Tonda agrega que "algo muy agradable de trabajar en fundaciones es que, a diferencia de muchas empresas privadas, no existe una competitividad insana entre las distintas áreas y las personas. Eso hace más agradable el ambiente de trabajo".
De voluntarias a ejecutivas
Pero en el mundo de las fundaciones de caridad o beneficencia no se puede generalizar.
La directora ejecutiva de la Comunidad de Organizaciones Solidarias, Alejandra Pizarro, sostiene que en el último estudio sobre el "Tercer sector", desarrollado por la U. Católica, en Chile existen unas 100.000 organizaciones sin fines de lucro -incluyendo hasta las juntas de vecinos-, de las cuales unas 17.000 son fundaciones o corporaciones.
En ese sentido, los entrevistados coinciden en que, al menos en las fundaciones más grandes, se están haciendo grandes esfuerzos para mejorar la calidad técnica de los profesionales a cargo así como de los procesos.
Juan Enrique Cruz, ingeniero comercial con estudios de post grado, asegura que esto es inevitable porque hay que ser cada día más creativos para recaudar fondos. Explica que en María Ayuda llevan varios años desarrollando un proceso de profesionalización que comenzó con la incorporación de una gerencia de Recursos Humanos. "Eso es esencial, que se busque a los mejores para trabajar en este lugar", sostiene.
El gerente general de "Un techo para Chile" -que en el pasado ocupó el mismo cargo en Parmalat-, Juan Pedro Pinochet, dice que es importante ir rompiendo algunos mitos: "Antes de trabajar en fundaciones uno podría pensar que quienes trabajan ahí son unas 'viejitas' o 'monjitas' que se dedican a pedir plata, golpeando puertas y que llevan la contabilidad a mano. No es así: la gente a cargo es absolutamente profesional".
Angélica Sepúlveda sabe de este tema. Es ingeniera comercial de la UC y desde hace un tiempo trabaja en la Fundación Simón de Cirene, que justamente se dedica al asesoramiento de microempresas y organizaciones sin fines de lucro, entregándoles herramientas para que mejoren la gestión en sus instituciones. "Claramente se ve una presión por mejorar la gestión, pero no es todo lo generalizado que se quisiera", sostiene.
Si hay algo en lo que coincide la mayoría es que en Chile hay muchas fundaciones y no todas consiguen entrar a este proceso de mejoras. "Tenemos mucho que seguir avanzando en esto", dice Alejandra Pizarro, y agrega que es cierto que se debe ser todo lo eficiente posible, "pero no a cualquier costo". "Hay que ser eficientes, pero sin pasar sobre la gente ni matar la mística. Si para ser eficientes hay que pagar malos sueldos, entonces no está bien", precisa.
"Las fundaciones ya no son empresas pequeñas y manejan un presupuesto no menor y, por lo tanto, no puede estar cualquiera a cargo", sostiene Cruz, quien ejemplifica con que la inversión social de María Ayuda el 2007 fue de $ 1.710 millones.
Uno de los factores que ha obligado a las fundaciones a mejorar sus estándares es la alta competencia. Y es que cada vez hay más instituciones de este tipo y, por lo tanto, es necesario mostrarse como una entidad donde se gastan bien los recursos para cautivar a que más personas "inviertan". "También ha ayudado el auge que ha tenido la Responsabilidad Social Empresarial. Las compañías están entregando más recursos a las fundaciones y ante ellas hay que mostrar buenos niveles de eficiencia", dice Pinochet.
Otro elemento clase es la confianza, sobre todo después de un reportaje que reveló el mal uso dado a los recursos por una corporación que supuestamente ayudaba a niños agredidos, y que afectó incluso a rostros de la TV.
El gerente de Recursos Humanos de la Fundación Las Rosas -ex gerente de D&S-, Italo Giannoni, subraya que, por lo mismo, es urgente y necesario transparentar el funcionamiento de estas instituciones: "En Las Rosas, invitamos a todos nuestros socios a que vengan, vean lo que hacemos, que lo que nos aportan no se malgasta".
Los desafíos: Aumentar la "torta"
Con la finalidad de mejorar la utilización de los recursos por parte de estas instituciones, en agosto del año pasado se fundó la Comunidad de Organizaciones Sociales, que agrupa a 77 fundaciones que se reúnen para discutir cómo ir maximizando los recursos que se obtienen.
"En este trabajo es necesario ser mucho más creativo a la hora de buscar recursos, no se puede quedar sólo en las formas tradicionales", cuenta Ximena Caulier.
Pinochet, en tanto, sostiene que el principal objetivo de las fundaciones tiene que ver con "aumentar la torta de quienes cooperan, y no pelearnos esa torta".
Para Alejandra Pizarro, es necesario aumentar el apoyo a través del levantamiento de recursos sustentables. "Queremos aumentar la cooperación entre las distintas fundaciones, para que si una está en una comuna, apoye la labor de otra que no está ahí. Y viceversa. Eso es ser eficiente", sostiene.
Juan Enrique Cruz tiene también más que claro su desafío. "Hay que mejorar la relación con las empresas, generando estrategias comunes donde las fundaciones ganen, pero donde también gane la empresa a través de un enriquecimiento de la marca", destaca.
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